Hola!
Si estás aquí, seguramente sea porque quieres escribir una película. ¡En hora buena! Posiblemente tengas la historia medianamente diagramada, sepas de dónde y hacia dónde debe ir, e incluso tal vez hasta conozcas muchos detalles de los eventos que tejen la trama. Y está muy bien, es un excelente punto de partida. Pero todavía necesitas que alguien dé vida a esa historia, que alguien recorra ese camino y atraviese esa jungla de conflictos que conforman el relato.
Necesitas crear personajes excelentes. Maravilloso, porque en este artículo te enseñaré cómo hacerlo.
Aclaremos que con "excelentes" no me refiero a que necesariamente tengan que ser bondadosos. Sino a que deben encajar perfectamente con la historia que quieres contar. Para que esto se entienda claramente, te propongo lo siguiente:
Piensa en dos películas o series que te gusten e imagina si el protagonista de una encajaría bien en la otra y viceversa. Y atención, que no me refiero a intercambiar al actor o actriz que lo interpreta sino al personaje en sí, con todas sus características.
¿Lo intentaste?
Entonces habrás notado que es prácticamente absurdo. Aunque hayas elegido dos películas del mismo género, que comparten una misma temática e incluso que sus protagonistas tengan la misma edad, ocupación y hasta similar apariencia; te habrás dado cuenta de que el resultado es tan forzado que no tiene sentido.
Esto ocurre sencillamente porque el personaje y la historia son inseparables. No puede existir uno sin el otro. Y, lo que es aún mas importante, no pueden existir fuera de la mente del espectador. Es él quien les da vida a los personajes en su imagimación a partir de aquello que les ve hacer y les oye decir. En definitiva, lo que ocurre en la pantalla no es tan importante. Lo importante es lo que ocurra en la mente del espectador.
Por decirlo de alguna manera, nuestro objetivo es apoderarnos de la mente del espectador. Evitar a toda costa que piense en otra cosa que no tenga que ver con la película. Si es posible, incluso hasta después de terminada la función. Para entender cómo hacerlo, te propongo que recurramos al espectador que más conoces: tú mismo.
Alguna vez te contaron una anécdota que le ocurrió a alguien que tu no conoces? Habrás notado entonces que, sin importar lo asombrosa que sea la historia, muchas veces resulta muy poco interesante. En cambio, cuando tu y tus amigos rememoran anécdotas que vivieron juntos pasa exactamente lo opuesto: Se ríen a carcajadas y se emocionan hasta las lágrimas, aunque la historia en sí misma sea de lo más cotidiana. Al ser capaces de imaginar a los protagonistas de la historia, la entendemos de manera emocional y no sólo racionalmente.
"Pero el espectador no tiene que imaginar nada, simplemente tiene que ver lo que ocurre en la película" Te oigo decir. Déjame decirte que la cosa es exactamente al revés. Recuerda que la historia no transcurre en la pantalla, sino en la mente del espectador. El espectador interpreta la película a partir de lo que ve (muchas veces de lo que no ve) y de lo que oye. El espectador va asimilando, plano tras plano y escena tras escena, la información que va recibiendo para crear (en su mente) su propia versión de la historia.
Y la cosa no termina ahí. Si logramos apoderarnos verdaderamente de su mente, entonces el espectador interpretará cada acción del personaje, cada dificultad a la que se enfrente y cada acontecimiento que le ocurra cómo propio. En el plano emocional, vivirá él mismo a través del personaje. O dicho de otro modo, el espectador se identificará con el personaje.
El espectador se pone en los zapatos del personaje
Pues bien, sabiendo esto, resulta evidente que lo primero que debes lograr es que tus protagonistas generen empatía. De lo contrario, el espectador sentirá que los zapatos que se puso no son de su talla y no querrá recorrer con ellos el arduo camino de la trama. En cambio, si el espectador empatiza con los personajes, entonces habremos accedido al terreno de sus emociones y desde allí, es mucho más facil manipularlo. Sé que suena horrible, pero es verdad. Nuestra tarea es manipular al espectador para que piense lo que nosotros queremos que piense; y se emocione, ría, o se asuste en el momento en que nosotros queremos que lo haga.
¿Cómo hacer para que el espectador sienta empatía por nuestros personajes?
Empatía significa poder sentir, cómo propio, algo que le sucede a alguien más. Y esto ocurre porque nos identificamos con esa persona. Indentificarse significa poder percibir en el otro algo que nosotros somos o algo que nos gustaría ser. "Pero cada persona es distinta y por lo tanto se identificará con distintas cosas" te oigo decir. Y por un lado tienes razón, de hecho esa es la causa de que a diferentes personas le gusten diferentes películas. Pero por otro lado, todos los espectadores tienen en común el hecho de ser humanos y, afortunadamente para nosotros los guionistas, hay 5 cualidades con las que los humanos nos identificamos.
1. Los personajes buenos
Nuevamente te invito a que, para entender la mente del espectador, te analices a ti mismo. Reflexiona un momento acerca de esta pregunta: ¿Eres una buena persona?
Si, formas parte del 99.9% de la humanidad de seguro te habrás respondido que sí. Posiblemente encuentres en ti mismo cualidades que no son del todo buenas, pero en un balance general consideras que eres bueno. Y creeme, hasta la persona más odiosa que conozcas responderá igual acerca de sí mismo. Nadie se considera una mala persona.
Pero ¿Qué es una buena persona? En escencia, consideramos buenas personas a aquellas que hacen cosas buenas por los demás. Cualidades cómo la generosidad, el altruismo y la compasión son valoradas positivamente por todos nosotros. Por ende, si nos identificamos con personajes que son como nosotros o cómo a nosotros nos gustaría ser y, al mismo tiempo, todos nos consideramos buenos y valoramos positivamente la bondad; resulta evidente que sentiremos empatía por personajes buenos.
Blake Snyder, uno de los grandes teóricos del guion, ha titulado "Salva al gato" a su célebre serie de libros sobre escritura cinematográfica. Utiliza esta frase cómo metáfora de lo que estamos diciendo aquí. Señala que una práctica muy común y efectiva consiste en incluir, durante los primeros minutos de la película, una escena del tipo "Salva al gato". Es decir, una situación en la que el protagonista realiza una buena acción en ayuda de alguien más. Cómo podría ser salvar el gato de otra persona que no puede hacerlo por sí misma.
Si lo pensamos, tiene todo el sentido del mundo. Tanto como individuos o como sociedad, valoramos positivamente a aquellos que hacen cosas buenas por el resto. Por lo tanto, si vemos al personaje hacer algo bueno por alguien más, sentiremos empatía por él y nos involucraremos emocionalmente en su historia.
Pero en el cine hay sitio para todos. Y no es imprescindible que tu personaje sea bueno
2. Los personajes hábiles
¿Te acuerdas de tu niñez y tu adolescencia? Seguramente tenías ídolos o referentes. Personas en las cuales veías todas las cualidades positivas que a ti te gustaría tener cuando fueras mayor. Al principio seguramente fueron tus padres, tus hermanos o algún otro familiar; luego posiblemente algún maestro y más adelante algún deportista, músico, actor, etc. Te maravillaban las genialidades que podían hacer y que a tí te encantaría lograr cuando fueras mayor. Sentías una fuerte empatía por ellos.
Al espectador le pasa eso mismo con los personajes. Puede que el protagonista no sea precisamente bondadoso. Pero si es bueno en lo que hace, activará el plano emocional del espectador por el lado de la admiración. Y no hace falta (aunque ayuda) que el personaje sea hábil en una actividad que al espectador le interese. Si, por poner un ejemplo, un maestro de artes plásticas ve en la pantalla a un buen abogado; se sentirá identificado, porque en el plano emocional, el abogado que hace una valiente exposición frente a un duro tribunal, es él mismo dando una excelente clase frente a sus estudiantes.
Por eso es común ver, al principio de la pelíula, al protagonista haciendo algo hábilmente. Ya sea un policía atrapando a un ladrón escurridizo, o un adolescente andando en patineta con total naturalidad, el espectador se maravillará con aquello que el personaje es capás de hacer. Y repito, no hace falta que sea algo bondadoso; sin dificultad sentiremos empatía por un pillo que, de una manera ingeniosa, saca ventaja de una situación por medio de trampas o engaños.
Y lo lindo de todo esto es que existe la contracara de esta misma moneda:
3. Los personajes desgraciados
Imagina esta situación: "Un joven es despedido a los gritos de su trabajo por su enojado jefe". ¿Por cuál de los dos sientes empatía? Lo más probable es que, al menos en un primer momento, no te hayas puesto en los zapatos del jefe, que no hayas considerado la posibilidad de que el joven haya hecho algo realmente malo por lo cual mereciera ser despedido.
Por algún motivo, cuando percibimos una relación de poder dispar, tendemos a ponernos del lado del más débil. Y esto es algo que puedes aprovechar. El espectador sentirá empatía por un personaje que sufre; ya sea por una condición propia (ser torpe, tonto, feo, etc. ) o por simple mala suerte.
Seguramente se te vengan a la cabeza muchas películas que se valen de la compasión para establecer un lazo emocional entre el espectador y el protagonista. Nos encanta ver personajes con grandes aspiraciones que parecen inalcanzables. O inclusive el caso inverso, personajes que quieren vivir una vida normal y sin embargo le ocurren cosas que se lo impiden.
Pero incluso aunque los personajes no sean bondadosos, hábiles o desgraciados; existe una cuarta cualidad por la que los espectadores sentimos empatía:
4. Los personajes graciosos
Puede que nos causen gracia diferentes cosas pero, sin duda, a todos nos gusta reír. Es una cuestión biológica. Al reír nuestro cuerpo produce sustancias como las endorfinas que le causan un estado de placer. Piénsalo en tu vida cotidiana, una persona que te hace reír tiene más chances de caerte bien, al menos en una primera impresión. ¿Verdad?
Al espectador le sucede lo mismo. Mientras el personaje sea torpe, ingenioso, pillo, ingenuo, ácido, sarcástico o tenga cualquier otra cualidad que al espectador le cause gracia; la película accederá a su plano emocional por medio de la simpatía.
Esto es aplicable, no sólo a comedias, sino a películas de géneros más oscuros como el drama, el terror, el policial, etc. Y, al igual que el resto de cualidades mencionadas, tampoco se limitan al protagonista de la historia. Basta con pensar en el compañero del protagonista, que aporta una cuota de humor a la trama. Y ya que estamos, mencionemos que es muy común que este personaje sufra una lesión grave, o inclusive muera, ayudando al protagonista a alcanzar su objetivo.
Detengámonos un momento en este ejemplo para analizarlo y entender un poco mejor cómo funciona la empatía en la construcción dramática y narrativa:
Cuando el espectador vea sufrir al compañero del protagonista (sólo si para ese momento ha forjado un lazo empático con dicho personaje; porque es gracioso, hábil, bondadoso, etc) experimentará sufrimiento. El golpe será tan fuerte o tan débil como la empatía que sienta hacia él. Al mismo tiempo, si el espectador está fuertemente identificado con el protagonista, sentirá el remordimiento de ver sufrir a su compañero por su culpa. Algo similar ocurre cuando el compañero del protagonista resulta ser un traidor. Cuánto más empatía sintamos por ese personaje, mayor será la sorpresa.
Y existe una última cualidad por la que los espectadores sentimos empatía.
5. Los personajes estimados por otros personajes
Cómo venimos diciendo, nuestro objetivo es que el espectador construya, en su cabeza, el mundo que habitan los personajes y en donde se desarrolla la historia. Debemos lograr que entienda perfectamente las leyes que gobiernan ese mundo y los códigos que en él se manejan. De este tema hablaremos más en profundidad en otro artículo de este curso, pero por ahora analicémoslo desde el ángulo de sus códigos sociales.
Al igual que en la vida real, cuando un personaje es validado socialmente, el espectador tenderá a sentir empatía con él. Esto tiene su razón de ser en el proceso evolutivo de nuestra especie: el humano es un animal social. Indefenso cómo individuo ante los peligros del entorno hostil, el humano primitivo sabe que si es expulsado de la tribu no podrá sobrevivir. Será cuestión de tiempo para que muera de hambre, congelado o devorado por otro animal. Por lo tanto, sólo aquellos que sentían empatía por los líderes y referentes sobrevivían lo suficiente cómo para tener hijos y transmitir esa cualidad geneticamente. Aquellos que no sentían empatías por los líderes y tampoco eran lo suficientemente carismáticos o fuertes para derrotar al lider, ya sea en combate o en apoyo popular, eran desterrados y no transmitían sus genes a las siguientes generaciones. Hoy, cientos de miles de años después, la mayoría de los espectadores humanos tienen, genéticamente, la predisposición a empatizar con aquellas personas que son estimadas y bien valoradas por otras.
Concretamente, el espectador tenderá a sentir empatía por un pesonaje que recibe validación social. Ya sea mediante la aclamación de un gran grupo de personas, o mediante la admiración de otro personaje por quien ya sentimos empatía.
Pensemos, por ejemplo, en el maestro o mentor que, siendo severo o antipático, genera empatía con el espectador porque los otros personajes lo admiran y respetan.
Y aprovechemos la oportunidad para mencionar que este aspecto tiene su contracara en la construcción del antagonista. La situación funciona de la misma manera y tiene un resultado exactamente opuesto. Es decir, si varios personajes sienten repudio o temor hacia un personaje, entonces el espectador experimentará lo mismo y configurará (en su mente) a ese personaje cómo a quien debe derrotar.
Fantástico, ahora sabes cómo crear ...
Personajes que generan empatía Ya sea con una o sola de las cualidades mencionadas, o con una combinación de varias de ellas, lograrás que el espectador se identifique con tus personajes y que, viviendo a través de ellos, experimente la historia como propia. Pero recuerda lo que dijimos al principio, "los personajes y la historia son inseparables". Ahora, para mantener el interés del espectador durante toda la historia, necesitas construir un arco dramático que el espectador recorra, junto al personaje, a medida que transita la historia. Te invito a averiguar cómo hacerlo en la segunda parte de este artículo. Espero que esta lectura te haya resultado interesante y te haya ayudado a entender un poco mejor este aspecto de la narrativa cinematográfica. Pero si hay algo que no quedó del todo claro, puedes escribirme tus consultas y estaré encantado de responderte. Y si estás interesado en estudiar cine te recomiendo que explores esta página, encontrarás muchímisimo contenigo gratuito sobre diversos temas del mundo audiovisual. O qué leas el resto de los artículos del blog. Aquí trato de bajar a tierra, de manera simple, los aprendizajes que me dieron algunos años de estudio y práctica. Muchas gracias por leer. Hasta la Próxima! Ah, y si quieres saber más sobre el apasionante mundo de la realización audiovisual, te invito a visitar nuestras redes sociales a través de este enlace o escaneando este código con la cámara de tu teléfono.
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